martes, 23 de agosto de 2011

LA DAMA POR SEGUNDA VEZ, IRON MAIDEN EN ARGENTINA 2009 - Crónica

Por: María Fernanda Saavedra Lecompte

Compartimos  el reportaje realizado en su momento para el Webmagazine Rock Cultura. Texto cedido por la Autora para Nuestro Medio de Prensa.

Iron Maiden en Buenos Aires, Argentina
Quilmes Rock Festival
Estadio José Amalfitani, Vélez Sarsfield
Marzo 28 de 2009

Que venía, que no venía, que no incluían a Buenos Aires en la gira 2009… ¿Quéeeee?, dije, a Colombia sí y me alegré por el público de allá porque iba a tener a la banda una vez más, sería la revancha para quienes el año anterior no pudieron asistir o para quienes casi no pueden entrar y escucharon medio concierto afuera del parque; pero ¿Y los que no estamos allá?. Finalmente sí vinieron para el Quilmes Rock Festival. ¡Bien!, más que bien.

Después la indecisa era yo. Sí voy, no voy. Ya los ví, no tengo plata, vienen otras bandas, mejor guardo para otro concierto. ¡Nooo, yo quiero ir! Fui, Iron Maiden es Iron Maiden.

El parche… bueno esa era mi intención, obvio, pensé, va Pablo Midian, seguro, si no fue el año pasado, este sí. ¡No! No pudo. Bueeeeeeeeh…, voy sola, una vez más me animo a ir sola. Coordiné al final para ir con una amiga (Vero), a quien descubrí rockera hace poco. La idea era ir a la misma localidad, esta vez mejor ubicada para ver; no hubo forma de conseguir en la misma platea, así que lo único que pudimos fue ir juntas al estadio y salir de allá, una vez en la entrada nos separamos.

Llegar a la cancha de Vélez era nuevo para mí; ya había pasado un par de veces en el colectivo pero no me quedaba muy claro hacia qué parte quedaba, sólo sabía que era Liniers por donde paso generalmente de largo. Ya en el tren, obviamente por la hora, el concierto ya había comenzado pero no imaginamos que fuera tan avanzado. En la estación se veía gente vestida de negro corriendo hacia los trenes (estos van para el estadio también); dentro del vagón mucha gente y un buen porcentaje en el mismo plan que nosotras (con la misma cara de apuro, con ganas de llegar ya a Liniers). Se subió un man con el celular en emisora (milagrosamente no sonaba el chiquisssssshí chiquisssssshí chiquisssssshí de la cumbia, sino el doble bombo muy acelerado de una batería y alguien que quería romper los tarros de la misma… mmmm, ¿será el concierto?). Todos volteamos a mirar (interesados y no interesados, deleitados y sorprendidos o disgustados), pregunta obligada… ¿es el recital?, ¿Qué banda? “Sepultura” (¡Cóño! Me importaba esa banda además de Maiden… ojalá que llegue antes de que acaben). El grupo conformado en la parte trasera del vagón lo envolvió (lo envolvimos) para ir escuchando, soñando estar allá ubicados. El tren andaba cada vez más lento a nuestro parecer, nos daba ganas de bajar a las líneas a empujarlo… Paciencia, faltan dos estaciones (dos estaciones eternas).

¡Liniers!, a caminar rápido. Encontrar la entrada, la gente caminaba en todos sentidos, campo y norte para un lado y platea sur para otro. “Chau, nos vemos a la salida”. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Continuaba tocando Sepultura.

¡Ubicada! Cuatro canciones escuché, ¡Los ví! (en campo no hubiera podido ver más que las cabezas de los gigantes delante de mí y las estrellas de ese cielo espectacular que nos acompañó).

Intermedio, no muy largo, con buena música de fondo. Me dediqué a ver el estadio y a recordar el concierto de 2008… “Qué bien ubicada que estoy este año”. Apagaron las luces y Maiden… Todos estábamos enloquecidos (unos más que otros, como siempre).

El repertorio excelente, el mismo del año anterior (la misma gira “Somewhere Back In Time World Tour” en su versión 2009) con unos temas adicionales que intercalaron durante el concierto. La escenografía espectacular, con telones y motivos tridimensionales que trajeron en vivo las carátulas de sus álbumes, especialmente a “Powerslave”. Más fuegos artificiales que hicieron que la multitud, al ritmo de las cuerdas y la incansable voz de Dickinson, gritara, saltara y agitara sus cabezas uniformemente como un solo ser. Eddie, gigante, caminando en el escenario por entre los músicos, ¡La muerte!, ¡Lo mejor! Botando fuego por sus ojos. ¡Vivo!. Un concierto que repetí y si puedo repito una y otra vez.
Aún siendo la segunda vez que veo el espectáculo, no dejó de sorprenderme el dinamismo del vocalista de la banda. No paró ni un segundo, corrió, saltó, subió y bajó innumerables veces de las tarimas. Su voz no se quedó nunca, su ritmo nunca bajó. De la misma forma, Harris (en el bajo), Murray, Smith y Gers (en las guitarras) no dejaron de moverse en el escenario y de interactuar con el público que encabezaba la masa en la localidad de “campo”, acercándose al borde, de lado a lado como abarcando a las 40 mil personas que llenábamos la cancha.

La personificación de Dickinson como soldado en “The Trooper” de nuevo nos puso a gritar y cantar mientras agitaba la bandera de gran tamaño (sin problemas ni chiflidos, entendiéndola en el contexto del espectáculo). 

Las luces apagadas. Sólo las luces los celulares y cámaras que grababan encendidas en un plano de camisetas negras, fueron el contenedor en el inicio de “Fear of The Dark” (una de mis canciones preferidas). Eso hizo que mi piel se pusiera de gallina de la emoción que sentí.

Todas las canciones, los cambios de telón, las apariciones de Eddie, los movimientos de la banda, en incesable correr de Bruce Dickinson, los saludos al público, el anuncio de un video de la gira en el cual aparecería este concierto, la emoción de verlos de nuevo (y mejor), me hicieron gritar hasta quedar ronca, casi disfónica. Me sentí feliz y, aunque estos momentos generalmente son muy buenos al ser compartidos con amigos, parceros, compañeros rockeros, no me sentí sola, estaba acompañada por 40.000 o más personas que, al igual que yo, estaban compenetradas con la banda. Era puro Metal, ¡del mejor! 

El sonido, impecable. Estuvo muy bueno, sin embargo hubo momentos en los que me sentí en el Parque Simón Bolívar, donde por el viento, el sonido viene por oleadas. Esto último no me disgustó en ningún momento, me hizo sentir más cerquita de lo mío, más acompañada.

El público, nosotros, ¡Muy bien! El comportamiento dentro del campo fue el apropiado (sin problemas que entorpecieran el curso de las cosas ni apatía que significara pocas ganas de ver las bandas del festival). Con aplausos, gritos, cantos, silbidos y otras manifestaciones aclamamos a Iron Maiden. Acompañamos a coro las canciones y pedimos más y más… y nos dieron más y más música. ¡Maiden salió tres veces más! 

Aunque en la prensa se pudo leer a cerca de disturbios en las puertas durante el acceso, lo podemos ver como lo común en estos eventos producto de la deficiencia de accesos, la intolerancia de quienes deben controlar (sin dejar a un lado que no es tarea fácil) y el desorden propio de un público ávido de escuchar a su banda y tener un buen lugar, no se vio nada anormal, ni locales destruidos, ni autos abollados, ni el camión de la policía llena, sólo el rumor de las vallas tiradas abajo por un millar de fanáticos y una gran cantidad de basura acumulada a un lado de los puestos de control (todo aquello que no te dejaban ingresar, que se reduce a los envases de las bebidas, porque acá no te sacan ni las botas, ni los cinturones, ni los ganchos, ni las llaves de tu casa, entre otras prendas o pertenencias). Yo no tengo queja considerando que llegué bastante tarde, pero aclarando que para cuando comenzó Maiden, siguieron ingresando muchas más personas. A la salida, todos íbamos extasiados con lo que acabábamos de ver, oír, sentir; ya no quedaba más que salir del lugar, seguir con una celebración e ir a casa felices. Sin problema la salida, la horda caminó hasta alcanzar las avenidas para tomar el colectivo o la estación de tren. El puente era una enorme fila, todos llenos, plenos. Los trenes de nuevo repletos de hombres y mujeres de negro, en su mayoría. Todos comentando o cantando. Los colectivos a reventar… Yo tuve suerte, tomé uno apenas llegué a la avenida, al que corrí por una cuadra y que me dejó frente a casa, en el que se podía respirar.

Una vez más asistí a un concierto de Iron Maiden, y el que dijo que las segundas partes no son buenas, se equivocó porque ésta ¡fue excelente!.  No fui a otros recitales que ofreció el Quilmes Rock, ni a otros que hubo antes o después, a los cuales quería ir y lo hubiera hecho de tener el dinero, pero éste fue de los más grandes regalos de cumpleaños que recibí. Y si puedo, insisto, ¡Repito!

Up The Irons!!!!!

María Fernanda Saavedra Lecompte
Arquitecta de Bogotá, Colombia
Residente en Argentina desde 2007
Fue Corresponsal del Webmagazine Rock Cultura