viernes, 9 de diciembre de 2011

THE RAMONES EN LA SUCURSAL DEL CIELO - Crónica

Por: Warner Wallis
Fotos: Warner Wallis / Sandra Zapata
Especial para Cavernet Rock

Warner Wallis, destacado artista caleño en el mundo del dibujo, caricatura e historieta. Bajista y vocalista del grupo local, Perseverancia y antes en La Insumisión / Los Insumizetas. Nos comparte su vivencia en el pasado concierto de C.J. Ramone en Cali (Colombia). Muchas gracias, amigo. 
Jose Paschu - Redactor / Director

 
Transcurría la soleada tarde del viernes veinticinco de noviembre, caminaba feliz por la acera de la “autopista” Sur Oriental de Santiago de Cali, rumbo a mi casa, ya que después de meses de austeridades, recordaba que es tener unos billetes en el bolsillo. Billetes que con suerte se esfumarían esa noche en la taquilla de “Alterno Bar”, ¡qué importa! El sacrificio bien lo vale, ¡es para ver a The Ramones (bueno, a CJ Ramone) en vivo!!
Al parecer nadie en la sucursal de la tumba sabe quiénes fueron estos valientes artistas que como Van Gogh, dieron la vida por un arte espiritual y nuevo, que marcó a las generaciones de músicos que les imitan hasta hoy. Solo de manera de recorderis les cuento que The Ramones son los creadores del Punk, un género musical influenciado del rock n roll de mediados del siglo XX, que hartos de tanto virtuosismo del rock progresivo de los 70’s, de sus letras incomprensibles y de sus ínfulas de grandeza, deciden crear una música en completo contacto con el espíritu humano en su total sencillez (…y no estoy hablando de tonterías religiosas)[1]
Tal es su influencia musical y estética, que inspiraron a bandas de la talla de Mötorhead, Iron Maiden, Blondie, prácticamente a todo el Pop de los 80’s y al Speed Metal, ni qué decir de toda la ola de Rock Alternativo de la década noventera, en mi humilde opinión la canción Endless Vacation es la precursora del Thrash Metal. Por otra parte fueron ellos los que iniciaron el uso de chaquetas de cuero negras, camisetas sin mangas, bluyines rotos y ajustados, y el cabello largo con el característico capul alisado sobre la frente que usan las más glamorosas mujeres de hoy y que usó Bruce Dickinson en toda su carrera musical mientras tuvo el pelo largo.
Hasta 1989 The Ramones estuvo compuesta por el guitarrista Johnny Ramone, el vocalista Joey Ramone y Dee Dee Ramone en el bajo, a demás de varios bateristas, los más recordados son Tommy Ramone y Marky Ramone. Sucedió que Dee Dee abandona la banda para iniciar su carrera en solitario como Rapero, entonces el resto de la banda decide contratar al que fue conocido como el “pequeño Ramone” al llamado CJ Ramone, quien a demás de interpretar el bajo también cantó algunas canciones de los trabajos posteriores hasta la disolución definitiva de la banda en 1997.
Poco a poco empecé a ver en los periódicos y en los medios especializados como iban muriendo estos visionarios e incomprendidos músicos, como si estar unidos como banda los mantuviera vivos, el primero, Joey de un enfisema pulmonar luego, Dee Dee de una sobredosis y por último Johnny de cáncer en la próstata.
Semanas antes del concierto me doy cuenta que CJ aún habitaba esta ola de pesares que es la existencia, no solo eso, que continúa con la senda de los Ramones y, como si fuera poco, ¡Que iba a tocar en Cali!
                Volviendo a la tarde del concierto, me encontraba ansioso, ese día le contaba a todo el que me encontraba que iba a ver a CJ Ramone en vivo, lo que me sorprendió era que nadie sabía, otros decían con cierto desdén: -a mí no me gusta el punk-. Incluso me llegaron a decir que: -el tal CJ no venía. Sino que en Alterno iban a poner un video concierto-. Comentarios mal intencionados sin duda.
                Al caminar de la terminal de transportes de Cali a la “avenida” Vásquez Cobo rumbo al lugar del concierto, estaba preocupado por la enorme cantidad de asistentes que debía estar allí, pensaba que no iba a alcanzar a comprar entradas y que me tocaría escuchar el “toque” desde la calle. ¡Qué engañado estaba!  Casi no había nadie en los alrededores, asustado pensé que lo habían cancelado, hasta que vi a unos amigos en un estanco del frente de bar, ellos me cuentan que casi no había nadie dentro, entonces charlar era inevitable, más de un año sin vernos, requería algo de tiempo para actualizar datos y lazos de fraternidad, mientras tanto veía a CJ asomarse a la calle apoyando sus brazos sobre una valla separadora observando la soledad de la noche con una sonrisa irónica.
                Al entrar al recinto la desilusión es total, el espacio se veía inmenso, solo algunas almas lo rondaban a sus anchas, se podía jugar un partido de microfútbol si quisiéramos, incomprensible.
                Después de las bandas locales que se dieron el lujo de abrir en escena a una leyenda del rock, se sube un reconocido locutor de radio y televisión quien presenta su propio programa sobre rock duro, tomando el micrófono y como un energúmeno, empieza a echar cantaleta e improperios a los asistentes, sí, a los que habíamos pagado la boleta en contra vía a la escases de dinero y todo comentario pesimista y pendejo. Entiendo su ofuscamiento, pero no era el momento ni la manera de expresarlo.
La media noche estaba por llegar cuando sale a escena CJ Ramone y su banda, de una estalla un HEY HO LETS GO!! En el recinto y el mundo se vuelve un solo pogo lleno de euforia, una danza alegre y fraterna como hace años no disfrutaba, niñas y niños danzábamos alegres olvidando el mundo que estaba allá fuera, apático, hostil.  El hombre feliz nos decía: Do You Wanna Dance!, a pesar de los pocos asistentes CJ se veía contento al ver la buena energía del selecto público que lo apreciaba. I Wanna Be Sedated sonaba y sin duda lo necesitaba, no me podía creer que estuviera en un concierto de The Ramones!! Todos decíamos que podíamos ver los espíritus de Joey, Johnny y Dee Dee en el escenario interpretando su música junto a sus sucesores. Sheena Is A Punkrocker, Endless Vacation, Pinhead, hicieron las delicias del eufórico público, pensé que iba a morir de un infarto, el oxigeno escaseaba en el recinto (creo que desde los quince años no me pogueaba un concierto completo), estoy necesitando una Psycho Therapy para dejar de escucharlos, he recaído en la adicción de su música monocorde.

Después de aproximadamente una hora termina la función, los músicos, como un rayo se bajan de la tarima, desarman la batería, desconectan todo, todos queríamos más, pero el show había terminado. Al salir de mi perplejidad veo al baterista que fue asaltado por algunas niñas que se tomaban fotos con él, de una le pedí el favor y al ver mi camiseta de Mötorhead se emociona, en espanglish tuvimos una conversación en la que expresábamos la admiración que sentimos por la banda de Lemmy Kilmister, me tomé la respectiva foto, le agradecí que aceptaran venir a Cali y por detrás llega el guitarrista, foto, abrazo y agradecimientos.
En Cali ser rockero es un acto difícil, tradicionalmente hemos sido repelidos como si fuéramos una plaga, y es que para los señores feudales de la comarcali lo somos, en Cali se rumbea y se baila salsa por decreto obligatorio, no por gusto. He estado en conciertos que han terminado con operativos policiales o redadas militares dignas de la cacería de algún capo del narcotráfico, ha habido tiros en algunos, gases lacrimógenos en otros, es costumbre que la policía llene camiones enteros de greñudos inadaptados que se niegan al dictamen omnipotente de que Cali es la capital de la salsa. Eso, si cierto rumoreo desinformativo no funciona, recuerdo que cuando vino David Gilmour (Sí, el de Pink Floyd), Roger Daltrey (El de The Who) y otras luminarias a Ecomundo 92 celebrado ese año aquí, el periódico El País y toda clase de medios malintencionados llenaron el ambiente de rumores que decían que el concierto era un fraude y que recomendaban a la gente no asistir. Por desgracia en Macondo la historia tiende a repetirse y se hizo con el concierto que nos atañe. Solo en los días posteriores me entero que alguien había corrido el rumor de que no había tal concierto y que era una grabación de un concierto en Nueva York presentándolo en el bar, que pagar cincuenta mil pesos por ver un video era demasiado. A manera de comparación les cuento que una empresa de salas de cine colombiana presenta en directo la ópera de Nueva york, mientras la función ocurre en la gran manzana, la aristocracia criolla y sus pegostres, genéticamente nostálgicos de su glorioso pasado barroco, pagan ochenta mil pesos por verlo en Chipi Chape, nosotros vimos a CJ y sus amigos a menos de un metro, nos tomamos fotos con ellos, charlamos con ellos.
Preocupado veo como la represión en Cali funciona a la perfección, si se hubiera llenado nos habrían tirado el ESMAD o algo peor. De todas maneras pienso que, a los que nos gusta el rock y por un maligno designio vivimos en la Cali-moridero, debemos recuperar ese empuje de hace 15 años, que íbamos a los conciertos sin importar si había con qué pagar, estar ahí, hacer acto de presencia. Si hay con qué pagar entramos, con gusto damos dinero para que el rock se sostenga, sino, creo que haciendo acto de presencia demostramos que el Rock vive en nuestros corazones.
De nuevo se ha perdido la oportunidad de que bandas de talla internacional se presenten en nuestra ciudad, sin tener que mamarnos ese viaje en bus hasta la capital, evitarnos los derrumbes, explosiones, la Línea, trancones, horas y horas de no dormir bien, de pasar un día sin bañarse, sin comer decentemente. Para la administración local es una oportunidad de ganar dinero en impuestos y Cali sí que lo necesita, con las deudas que tiene desde hace ya dos décadas y las que acaba de adquirir con el MIO y las Megaobras. Pero veo que es mejor mantener el Status Quo y evitar que llegue el progreso (El verdadero, el de el cerebro, no el de la pavimentada de una carretera) a las gentes de colores que viven en este enorme gueto llamado Santiago de Cali.
Hay que ir a los conciertos para que la escena no muera”.
KaFeTo.


[1] Para profundizar en el asunto les recomiendo leer “De lo Espiritual En El Arte” de Vasili Kandinsky.