Por: Jose Paschu . Director
Pink
Floyd
es una de esas agrupaciones de la llamada vieja guardia que no admite
ambivalencias, o te gusta o no te gusta. Independiente a la edad o si se es
seguidor o no de esta agrupación británica de la cual se ha escrito mucho en cinco
décadas de carrera, es innegable el aporte hecho al rock y su propuesta
concebida desde sus letras, música y soporte gráfico que sigue y
seguramente seguirá produciendo merchandising
de colección por mucho tiempo. Siempre habrá quien descubra por vez
primera el sonido e imaginería de aquello que los señores Barrett, Mason,
Wright, Gilmour y Waters hicieron en su debido momento desde aquel disco debut de
1967.
Pues bien, en 2013 se conmemoraron cuarenta años del lanzamiento del emblemático The Dark Side Of The Moon,
uno de los álbumes más vendidos en la historia del rock y, junto a toda una
serie de homenajes a nivel mundial, se tuvo la idea de realizar un montaje único
y sin precedentes en el país aprovechando la disponibilidad del Planetario Jesús
Emilio Ramírez adscrito al Parque Explora en la zona norte de la capital
antioqueña a cargo del Municipio.
Se trata de una audición del álbum en
donde la calidad de sonido (7.1) es un factor decisivo. Esto, sumado a la
proyección digital en HD al interior del domo pantalla de 15 metros de
diámetro, de material visual que complementa el audio de tal manera que lleva
al espectador a un viaje sensorial durante los casi 43 minutos que dura el dark side. La bóveda celeste
estrellada, galaxias en movimiento, auroras boreales, el campo magnético
terrestre, nuestro sistema solar, vida unicelular y nebulosas sumado a imágenes
de la Segunda Guerra, algunos insertos de “Time” y “Money” extraídos de la
videografía oficial de la banda y por supuesto nuestra Luna. Para destacar, “On
The Run”, cuyo referente para todo fanático de la banda es aquella cama rodante
con paciente a bordo que al final se estrella y estalla en llamas durante los
shows en vivo, a los realizadores locales se les ocurrió grabar un recorrido nocturno
por algunas calles del centro de la ciudad en lo que en lenguaje
audiovisual se denomina “traveling” editado en cámara rápida. Una manera de apropiarse del lenguaje de Pink Floyd haciendo que el público se
identifique aún más con el espectáculo. El icónico cerdo rosa hizo su aparición
recorriendo por completo la base de la semiesfera con calma, sin prisa alguna.
Ya entendemos por qué todas y cada una de las funciones han tenido taquilla
agotada inmediatamente salió el papel a la venta las tres ocasiones previas en que se
programó esta actividad durante el año que termina, mayo, agosto y noviembre.
Las 110 sillas del aforo inclinado del Planetario se antojan insuficientes
función tras función para todos aquellos amantes de la banda que, nos consta, viajan
desde otras ciudades del territorio nacional y fuera de este para asistir a
esta corta pero viva noche floydiana
al 100% y en especial, para darnos cuenta que no existe un lado oscuro en la
luna, que de hecho todo es oscuro. Gracias Medellín. Cavernet
Rock.