Por: Diego Moncaleano . Especial para Cavernet Rock
Fotos: D. Moncaleano . E. Pachichana/Pachichaniando
¿Qué
decir que ya no se haya dicho del Monsters of Rock en Colombia?
Un
evento que dejó huella en más de 40.000 asistentes el pasado sábado 15 de abril
en el estadio Nemesio Camacho El Campín con una duración de más de trece horas
desde la apertura de las puertas a las 11:00 am hasta el “Gracias Bogota” de Kiss a las 12:00 am. El Campin y sus
alrededores se vistieron de negro para celebrar dicho acontecimiento, desde
temprano se sentía la hermandad entre los seguidores de Kiss, Scorpions, Deep Purple, Helloween y Angra
mientras que, en Cali, siendo las 12:40 pm algunos seguidores esperábamos el
vuelo de la 1:30 pm para llegar a la capital a eso de las 2:15 pm. Situaciones,
imprevistos y demás, hicieron que fuese de más de una hora arribando a Bogotá a
eso de las 2:40 pm. Media mancha negra se bajó del avión con prontitud para
alcanzar a ver el show de Las Calabazas
(Helloween), sabiendo de antemano
todos los de ese vuelo que ya sería en otra oportunidad que veríamos a Angra
con Fabio Lione a la cabeza.
En
nuestro caso particular (Mi esposa y yo) arribamos al estadio justo cuando Helloween terminaba con su famoso “I
Want Out”. Fue en ese momento cuando nuestros boletos de entrada cobraron vida
para finalmente localizar nuestras sillas y disfrutar de lo que estaba por
venir: Deep Purple, Scorpions y claro, Kiss.
Terminaba Deep Purple con “Black Night” dejándonos con
el cielo estrellado de la capital y listos para recibir a Scorpions que venía promocionando su nuevo álbum lanzado el año
pasado titulado Rock Believer.
Obviamente no faltaron sus distinguidas Power Ballads como “Send Me a Angel”, “Wind
of Change” y “Still Loving You”, acompañados por un juego de luces y de
propuestas visuales muy llamativas. Mikkey Dee quien fuera baterista de Motörhead,
King Diamond, y ahora de Scorpions, tuvo tiempo para un solo de batería
increíble. Pese a los problemas que hayan sucedido con el sonido, Scorpions fue
como una máquina aplanadora. “Rock You Like A Hurricane” fue la última canción
de su repertorio para despedirse de la capital por tercera vez.
Ya todo estaba listo en el Campín para recibir a Kiss en concierto. Los cuatro inflables
titánicos que han acompañado últimamente sus giras empezaban a aparecer en
tarima y a iluminarse mientras transcurrían los 45 minutos de espera. Finalmente,
a las 10:00 pm en punto (como estaba programado) las luces del estadio se
apagaron y dieron paso a todo el protocolo audiovisual, la previa de Kiss, para
finalmente escuchar el “You wanted the
best, you got the best”. Arrancó el inicio del fin de una fiesta
espectacular con “Detroit Rock City” y “Shout it Out Loud”, entre otros
clásicos que no se hicieron esperar como, “Deuce”, “I love it Loud”, “Cold
Gin”, “Do You Love Me”, “Lick it Up”, “Heavens of Fire”, “Makin´ Love” y por
supuesto, no podían faltar los solos de Tommy Thayer, de Gene Simmons en “God
of Thunder”, de Paul Stanley con “Love Gun”, volando por los aires (sueño
cumplido) y claro, la gran “Black Diamond” haciendo que las plataformas y la
batería de Eric Singer se elevaran entre humo y juegos pirotécnicos. También
hubo tiempo para “Psycho Circus” y una canción del Sonic Boom titulada “Say Yeah”.
Lo que tomaría a muchos por sorpresa, especialmente a los que íbamos por
primera vez, es que se asomara un piano de cola para dar inicio a “Beth”,
canción que además puso lágrimas en más de un alma. Finalmente acabaría la
fiesta con “Rock And Roll All Nite” con pirotecnia, confeti y todo lo que una
celebración de semejante altura implica. Acto seguido, se asoma un letrero de
Kiss con los colores de nuestra patria agradeciendo a la capital una vez mas y
por ultima vez (¿Será?) mientras “God Gave Rock And Roll To You” nos daba la
despedida a quienes mientras salíamos empezábamos a tararear la canción.
Rostros de cansancio, pero de felicidad, dejaban el estadio
El Campín. La gran hermandad del Rock estuvo presente en bastantes situaciones,
nunca se permitió que nadie que tuviese intensiones de apagar la fiesta lograra
su cometido, pues la Policía y el público actuaron de inmediato para apartar a
aquellos personajes, ni siquiera los problemas de sonido o el bajo nivel de
volumen impidió que nos gozáramos cada canción de Kiss. Fue genial ver que para
nadie sos un desconocido, entre todos nos ayudábamos a bajar o subir escaleras,
a pasar chicles, papitas, mentas con devueltas completas, en fin, una fiesta de
Rock para todas las edades y con todo respeto.
Una noche que quedará para el recuerdo de muchos. Aquel
15 de abril que esperemos el otro año se repita. En mi caso particular, feliz
de haber estado en compañía de una Diosa entre Monstruos Del Rock.